26 feb 2013

Querido diario: me estan observando ( 15/05/2009)

 15/05/2009


 Podría empezar escribiendo “querido diario”, pero esa es una frase algo trillada, ¿no? Podría, quizás, darte un nombre para no sentir que estoy hablando con un objeto. Sin embargo, eres un objeto, un cuaderno gris con el nombre de tu empresa en una esquina. Además, no te hablo, sino que te escribo.
  Mi cabeza, mi mente, es muy complicada en estos momentos. No espero que entiendas, pero escucha (¿lee?) lo que tengo que decir primero y luego dime (cierto, no puedes hablar) si tengo derecho o no a complicar mi mente.
   En fin, un nombre. Si siguiese el punto de vista de la sociedad, podría decir si eres niño o niña por el color que llevas puesto. ¡Pero eres gris! Todos usan el aburrido gris de vez en cuando, ¿o no? Bien, no podría darte el nombre de una persona. Te llamare, entonces, M. Simplemente como la letra M, porque mi cumpleaños es en marzo y empieza, adivinaste, con la letra M.
  A ver M, ¿Qué podría decirte de mí? Voy a empezar por casi el final  y luego por el principio, como te dije me complico demasiado.
  Elizabeth, la psiquiatra, me dijo que me haría bien tener un diario. ¿Por qué? No lo recuerdo muy bien exactamente, algo sobre la expresión… No me pareció una mala idea, de todos modos no hay mucho que hacer por aquí. De vez en cuando unas chicas y yo fumamos en el baño, hablo con Elizabeth sobre todo y dibujo. Como te dije, no hay mucho que hacer. Por lo que cuando hable por teléfono con mi papá, le pedí que me trajese un cuaderno. Me trajo este cuaderno, unas biromes y unas galletas (que ya me las comí) que mi madre y mi hermana me hicieron. Tal vez te preguntes por que ellas no vinieron, tal vez no, pero te lo contare todo a su tiempo.
   Ahora mismo estoy en el verde y tranquilo patio, escribiendo bajo la sombra de un árbol.  Por suerte mis padres decidieron que no valía la pena ahorrar y m enviaron aquí. No me malinterpretes, esto no es el cielo pero pudo ser peor. Mucho peor. Si visitases este lugar, con cuartos blancos e impecables, cada uno con su propio cuarto (en mi caso, eso no es bueno) y una gran patio como este. Al verlo, los arboles y el aroma a césped recién podado, parece un paraíso. Exceptuando a los locos que andan corriendo por ahí.
  ¡Oh! Olvide decirte que estoy en un manicomio. Por más bonito y limpio que sea este lugar, sigue siendo un manicomio y eso es horrible. ¿Por qué estoy encerrada en un manicomio? Ya ni siquiera lo sé. ¿Estoy alucinando? Según mi familia y los médicos, sí. Sin embargo Charlie, mi compañera de cuarto, me cree. Aunque ella también, podría decirse, está loca.
  Voy a contarte todo lo que vi, haya sido mi imaginación o no, porque sé que no vas a juzgarme como los demás.
  Y ahora sí, voy a empezar por donde debí de haber empezado: por el principio.
   Nueve años atrás mi familia y yo fuimos de vacaciones a un lugar rodeado de arboles. Recuerdo que hacía frío y que no había mucha gente cerca, solo arboles de hojas rojizas. Me encantaría poder contarte con lujo detalle todo lo que sucedió, pero no recuerdo muy bien. Por suerte para ti, sí recuerdo la parte… interesante. Sí, llamémosla interesante.
  En fin, recuerdo que fui al bosque con mi papá a buscar leña y en un momento me perdí entre aquella cantidad hojas y ramas. Él me había dicho que no me alejase, como quisiese haberlo escuchado. Recuerdo el calor de las lágrimas corriendo por mi mejilla, abrazando unas cuantas leñas contra mi pecho y mirando a mí alrededor. Caminaba en círculos llamando a mi papá, mientras veía que oscurecía y seguía aferrando la leña hacia mí (él podría enfadarse si la tirase). Entonces lo escuche, mi nombre, como un susurro. Esa no era la voz de mi padre, ni de nadie que conocía, pero me atraía como un imán. Cuando me di cuenta, mis piernas empezaron a moverse hacía esa voz, que aun sonaba como alguien susurrándome al oído. Luego escuché un grito, otra vez mi nombre, pero era mi padre quien lo decía.
   Esa vez no lo había visto. Cuando se lo pregunte a mi padre (quien estaba un poco enfadado conmigo), me dijo que debí de haberlo escuchado de lejos. Pero no, no era él. No era… humano.
   En fin, M, debo ir a hablar con Elizabeth ahora. Pero ya te seguiré contando, la cosa se pone más interesante.
   

11 feb 2013

Sueños

    Lo peor no es tener pesadillas, no. Lo peor es tener dulces sueños. ¿Por qué? Porque cuando te despiertas de una pesadilla, te sientes aliviada. Pero cuando te despiertas de un dulce sueño, te despiertas decepcionado.