26 may 2014

Proyecto de Mayo: Inverosímil.

  Bien, este proyecto forma parte del Proyecto de Mayo de Adictos a la Escritura. El tema consistió en lo inverosímil y, sinceramente, no se si lo hice bien ya que no tuve tiempo de leer obras de esa temática. ¡Pero, aquí esta! Con ustedes:
            El collar rojo.
(Les prometo que esta imagen tiene sentido)


  El joven Kenneth llegó a un pueblo desconocido, sin traer maleta alguna. Solamente un collar de piedras rojas y comida (¡Era un viaje en avión, y dos horas en colectivo!), incluyendo una enorme bolsa de papas fritas. Apenas hablaba el idioma, pero generalmente entendía lo que decían. En otra ocasión, se hubiese tomado el tiempo de recorrer el pueblo y relacionarse con la cultura... Pero no fue a eso a lo que vino.
Sabía que la encontraría en una pequeña cabaña, una cerca del río (una locación un tanto interesante). No era difícil encontrarla, ya que todos hablaban de ella pero nadie se le acercaba. Los únicos que le hablaban no eran de ese pueblo.
  Lo primero que hizo, por supuesto, fue dar tres golpes a la puerta. Nadie respondió. Tres golpes más. Nada... Exasperado, comió un par de papas fritas antes de volver a tocar. Sin embargo, esa vez la puerta se abrió sola.


  - ¿Hola? - preguntó mientras entraba al lugar. Si bien era oscura por fuera, por dentro era un tanto cálida.
  - Hola... - le respondió una voz. Kenneth miró hacia abajo y tuvo que ahogar un grito. A sus pies había un enorme lagarto azul, parado en dos patas, que le llegaba hasta la rodilla y... ¡Le había hablado! Casi había salido corriendo, hasta que escuchó otra voz.
  - Veo que ya conociste a mi dragón Bartosz.


  En frente suyo estaba ella, la bruja. Debía de tener unos noventa años, tenía el cabello gris muy largo y llevaba puesto un vestido azul que le llegaba a los tobillos.


  - ¿Dragón? ¡Eso es un lagarto obeso y super desarrollado!
  - ¡Soy un dragón! - replicó Bartosz, profundamente ofendido. - Estoy en etapa de crecimiento, ¿sabes?... Y tú no eres un modelo.
  - ¿Se puede saber que servicios necesitas de mí? - preguntó la bruja, impidiendo que Kenneth contestase al dragón.
  Entonces le contó todo lo sucedido, de como un ex empleado (que él había despedido, sí. Pero solo porque el hombre era un inútil)  le había dejado ese collar un día. Desde entonces había tenido un hambre insaciable, que no lo dejaba dormir y era muy molesto (sin mencionar que había subido nueve kilos). Resultaba ser que ese collar tenía una maldición y sin importar cuantas veces lo haya arrojado por el puente, seguía volviendo. La bruja lo tomó en sus arrugadas manos, analizándolo cuidadosamente mientras Bartosz y Kenneth peleaban por la enorme bolsa de papas fritas. “¡Aja!” dijo la bruja, lo cual hizo que ambos dejaran su infantil pelea por un momento. Entonces ella tomó un martillo, golpeó fuertemente el collar destrozándolo y Kenneth se sintió muy lleno de repente.


  - ¿Eso era todo? - preguntó confundido.
  - Sí, no entiendo porque no hiciste esto anteriormente...
  - P-pero... ¡Es mágico! Intente deshacerme de él sin éxito alguno, temía que si lo rompía cosas peores iban a suceder.
  - ¡Lo último solo sucede en las películas! Esto es la vida real...
  - Lo lamento, pero acabo de hablar con un dragón enano y rechoncho. No se usted, pero eso no suele aplicarse a la vida real. - La bruja simplemente se encogió de hombros. - Bien... ¿cuánto le debo?
  - Olvídalo, joven. No hice nada fuera de común...

    ¡Vaya! Todo un viaje para algo que podría hacer desde su casa... Cuando estaba saliendo, algo se le ocurrió.
  - Supongo que si sabe como deshacer maldiciones, también sabe como hacerlas.

  La bruja sonrió, mientras que Bartosz metía su cabeza en la enorme bolsa de papas.

25 feb 2014

Reseña de películas: Sleeping beauty.

  Sleeping Beauty (La Bella Durmiente) es una película dramática de la directora Australiana Julia Leigh. Esta cuenta la historia de Lucy (Emily Browning), una estudiante universitaria que tiene varios trabajos: hace fotocopias en una oficina, trabaja en un café, etc. Sin embargo, un día va a otra entrevista, una algo peculiar. Lo que ella debe hacer es atender (como camarera) usando lencería.
   Esto es solo el principio, ya que luego recibe una "propuesta". Debe tomar una especie de té, el cual la induce en un profundo sueño. ¿El punto? Estar en ese estado en una cama, desnuda, esperando (en cierto sentido) a su cliente. Sin embargo, luego tiene una necesidad de saber lo que pasa cuando esta inconsciente. 




 
  Creo que puedo resumir lo que sentí al terminar de verla en un gif:
 

   También puedo definirla en una palabra: ¡tediosa! 
   Primero que nada, no pasa NADA. Hay escenas donde la protagonista esta limpiando mesas, fotocopiando y demás; todo sin dialogo o algo que la haga interesante. Simplemente la muestran limpiando por medio minuto y luego, ¡siguiente escena! No solamente sucede con escenas de limpieza, sino que son totalmente al azar... y sin sentido. Primero esta sentada en el sofá y quema un billete; luego esta en un auto y saca unos pequeños frutos de su bolsillo y los tira. Es todo tan random, que es como un cóctel que en vez de emborracharte, te aburre.   
   Otra cosa, y esto me molesto mucho, se sabe poco o nada sobre la protagonista. Bueno, en realidad no se sabe nada de nadie. ¿Por qué Lucy tenía tantos trabajos? ¿Qué estudiaba? ¿Cuáles era sus intereses? 


  Cuando leí la sinopsis (de otra página, ya que la de esta entrada la escribí yo), me pareció interesante. Me sonaba a que una chica se metía en algo sin saber bien, pero que el desconocer lo que hacían con su cuerpo la angustiaba. ¡SPOILER! Nada de eso pasa. Es más, aunque hubo escenas... "dramáticas", pero al desconocer a los personajes y a sus relaciones, es muy difícil sentir algo.
   Lo único bueno que puedo decir de esta película es que la escenografía es muy bella. ¿Vale la pena verla solo por eso? No para mí.   
  

28 ene 2014

Adictos a la escritura: Las Horas

 Este es mi primer relato para Adictos a la Escritura. No salió como quería, pero aquí esta. Para este ejercicio debiamos elegir una imagen y luego nos dirian que genero era. 
                                              Yo elegí esta imagen y el genero era de terror.

Las Horas.

   Otras vacaciones de invierno en las cuales su familia iba al sur, donde su abuela vivía. Era más bien una cabaña en el bosque, a un kilometro del pueblo más cercano. Aburrido, ¿no? Más de uno estaría de acuerdo, pero no Elsa. Claro, ella solamente tenía 10 años y su abuela creía que en un par de años lo encontraría aburrido. La anciana siempre bromeaba con “aprovechar el tiempo con su nieta”, ya que no tardaría en crecer y querer pasar tiempo con sus amigos. Aunque no lo demostraba, a la niña le dolía escuchar eso. ¿Por qué su abuela pensaba eso? Ella no era su hermana, quien siempre se quejaba y suplicaba a sus padres que la dejasen con su mejor amiga. Sin embargo, siempre se rehusaban.
   El lugar siempre fue tranquilo y fresco, lo cual Elsa amaba porque odiaba el calor. No había internet, ni señal, pero realmente no importaba. Extrañaría un poco a su programa favorito, pero nada más.
Sin embargo, ese viernes frío sucedió algo... extraño. Elsa y su hermana estaban encargadas de buscar leña para la chimenea, ya que no tenían un calefón y la temperatura bajaba.


 - Odio este lugar. - se quejó, por lo que pareció la décima vez, suspirando en agonía.
- ¿Por qué? ¡Mira todo el espacio que hay! - dijo Elsa, señalando a los árboles. - Nuestro patio no es muy grande.
- ¿De qué sirve el espacio si no...?


Entonces escucharon una alegre voz detrás de ellas, la de un jóven que cargaba leña.


 - Hola, soy Esteban. ¿Se mudaron cerca? - Preguntó con una sonrisa. Tenía el cabello de un castaño oscuro y ojos color avellana, usaba menos ropa que ellas (debí de estar acostumbrado a ese frío ya)
 - No, nosotras... ¿De dónde saliste? Pensé que el pueblo estaba a un kilometro...
 - ¡Elsa! No seas grosera. - dijo su hermana, quien no paraba de sonreírle a Esteban. - Disculpala, ya sabes como son los niños...
 - ¡No soy una niña! Y que no me disculpe, es un desconocido. Puede ser un asesino.
 - ¡Elsa!
Sin embargo, el muchacho simplemente rió.

- No, la verdad es que es inteligente. Pero un extraño no te daría mi nombre si fuese un asesino, ¿o no?
 
  ¡Por favor! Uno, podría estar mintiendo y dos, ¡de nada servía saber el nombre de tu asesino si estabas muerta! Pero Elsa no iba a apuntar a lo obvio porque haría enojar a su hermana.

  - Mi nombre es Sophie y ella es mi hermana Elsa. ¿Por qué no te he visto antes? Estoy segura de que te habría recordado.

   La pequeña puso sus ojos en blanco y se marchó a buscar la leña, ya que su hermana parecía estar muy distraída. Tan distraída como para ver como ella se iba alejando y alejando. Elsa había caminado de un lado a otro, recogiendo cada leña que veía hasta que sus brazos no aguantaban más. Realmente creía que era lo suficiente mayor e inteligente para no perderse...
  ¡Que tonta! Sus padres debían de estar preocupados, como su abuela y... No, seguro que Sophie seguía hablando con ese tarado. No tenía reloj, por lo que no estaba segura de cuanto tiempo había pasado, pero estaba cansada.
  "Elsa".
  - ¿Sophie? - Pero no, no sonaba como ella. No sonaba como nadie que conociera...
  - No deberías estar sola, Elsa.
 
  Ella dio un salto, dejando caer algunas leñas, al escuchar esa voz. Se giró para ver quien le hablaba, pero no encontró a nadie.

  - El punto no es que me veas, sino que no lo hagas. - explicó la voz.
  - ¿Quién eres?
  - Un ángel.
  - ¿Por qué estas aquí?
  - Estoy esperando.
  - ¿A qué? - Elsa encontraba desesperante a ese ángel, que decía tan poco. ¡No podía aparecerse así y actuar tan misterioso!
  - No actuó por actuar, pequeña. Dime, ¿cuántas horas crees que pasaron?

  ¿Horas?
  
   - ¿Dos?
   - Siete. - respondió la voz distante, lo cual hizo que Elsa tirase la leña y su corazón latiese muy fuerte. No, si hubiese pasado tanto tiempo entonces sería... Oscuro, estaba muy oscuro. - Tenemos que esperar.

   Ella quiso preguntar a quien o a qué deberían esperar. Pero temía a la respuesta, así que se sentó bajo un árbol y se abrazó a sí misma. Fue entonces cuando se dio cuenta de que no sentía frío, lo cual la hizo temer más. ¿Qué estaba pasando?

   - ¡ELSA! - gritó alguien, un hombre. ¡Su padre! Contenta, corrió hacia él pero la ignoró. Fue entonces que noto a una niña en el piso, ella junto a su padre se acercaron a ella y... ¡No!
   -  ¡No puede ser yo! ¡No puedo estar muerta!
   -  Por eso es necesario esperar de vez en cuando, ¿no? No, no lo estas. Si hubiese pasado una hora más, sin embargo... Espero no verte por un tiempo, pequeña.

  Un par de horas después Elsa se despertó en una cama, sin recuerdo de aquella voz que no volvería a escuchar dentro de setenta y cinco años.